No pierda el ánimo
A medida que se acerca el Viernes Santo, hemos reflexionado sobre el Salmo 22. Muchos están familiarizados con este texto por sus palabras iniciales de lamento. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Jesús cita estas palabras de lamento en Mateo 27, donde grita: "Dios mío, Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?"
Hay muchas cosas en el mundo actual que nos hacen lamentarnos. El motivo del lamento en el Salmo 22 sugiere la sensación de haber sido abandonado u olvidado por el Señor, pero, como dice un escritor, "el salmo no se detiene en este motivo: va de la desesperación a la esperanza, del sufrimiento a la salvación y de la humillación a la reivindicación".
En el Salmo 22:23-24, leemos: "¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel! Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama".
Sufrimos con los que sufren y clamamos en nombre de todo el mundo, porque deseamos que todas las personas vean la salvación de Dios y esperamos ver la transformación en nuestro mundo. No pierda el ánimo. ¡Considere el cuadro completo! "No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo".
A medida que la iglesia participa con Cristo en Su misión redentora en el mundo, recordemos que los poderes de las tinieblas no tendrán la última palabra. Dios está restaurando y redimiendo a la humanidad perdida, y nos invita a unirnos a Él. Hay esperanza para hoy y mañana porque ¡Cristo resucitó!
Que la gracia y la paz del nuestro Señor estén con ustedes.