Refugiada encuentra seguridad y esperanza en la Iglesia del Nazareno
Rania* apenas era una adolescente cuando su madre, una conocida periodista de televisión, murió protegiendo a Rania y sus tres hermanas mientras estaban en su casa en un territorio palestino cerca de la frontera con Israel.
En 2007, un grupo militante se mudó a su vecindario y usó las propiedades de civiles como base para lanzar misiles a Israel. El ejército israelí descubrió la procedencia de los cohetes y dispararon misiles de vuelta.
Una noche, miembros del grupo militante irrumpieron en la casa de Rania y le exigieron a madre de Rania que fuera a la propiedad donde estaban atrapados. Le dijeron que trajera algo de ropa para disfrazarse de mujeres y así escapar del ataque del ejército.
Al principio, ella y su esposo se negaron a ayudarlos ya que tendría que atravesar el fuego cruzado, pero ella estuvo de acuerdo después de que los militantes amenazaran a su familia.
"Sabíamos de inmediato que ella no regresaría", dijo Rania.
Después de que mataron a su madre, su padre huyó con las niñas al norte de África, donde intentaron comenzar una nueva vida.
Rania creció allí, estudió contabilidad en la universidad, se casó y quedó embarazada.
En 2017, Rania y su esposo querían viajar a Europa en busca de una vida mejor. Rania estaba embarazada de siete meses cuando llegaron a Turquía, donde le pagaron a un contrabandista para que los llevara a Grecia en un bote de hule.
Mientras aún estaban en aguas turcas, francotiradores abrieron fuego contra el bote. El contrabandista le gritó al pistolero que una mujer embarazada estaba a bordo, pero siguieron disparando. La policía internacional que se encontraba en las cercanías tampoco podía ayudar hasta que el barco llegara a aguas internacionales.
Rania y su esposo fueron arrojados al mar durante el ataque. Rania no sabía nadar y luchaba por mantener la cabeza fuera del agua.
Alguien les arrojó cuerdas y los llevó de nuevo al bote, pero Rania estaba sangrando y necesitaba atención médica. Tenían que regresar a Turquía donde Rania podía ser hospitalizada. Allí, fue operada y dio a luz a su hijo.
Después de que fue dada de alta del hospital, intentaron escapar de Turquía nuevamente. Esta vez, llegaron a Grecia. Poco después de llegar, Rania y su hijo recién nacido se enfermaron, por lo que la Cruz Roja trasladó a la familia a Austria de inmediato.
Su familia vivió allí durante un año, pero a medida que los países europeos trasladaban a los solicitantes de asilo de un lugar a otro, la familia de Rania tuvo que mudarse una vez más. El gobierno los alojó en un hotel de gran tamaño destinado para solicitantes de asilo en Zagreb, Croacia.
Mientras vivía en el centro de refugiados, Rania conoció a una pareja de refugiados árabe parlantes que también eran líderes en la Iglesia del Nazareno en Zagreb. Rania rápidamente se hizo amiga de la esposa, y la mujer invitó a Rania a la iglesia para que pudiera conocer a más personas.
Rania continuaba profesando la fe tradicional de su cultura, pero dijo que se sentía bienvenida en la iglesia. Incluso asistió a las clases de inglés que se ofrecían en el centro comunitario de la iglesia: The Hub.
El esposo de Rania se desesperó por regresar al norte de Europa, pero Rania estaba tan agotada emocionalmente que no tenía la fuerza para comenzar de nuevo. Ella se quedó en Croacia para formar una vida allí mientras su esposo se marchó en busca de algo nuevo.
"Ella decidió no ir con él, y con valentía decidió quedarse y criar a su hijo sola en un país extranjero", dijo Betsy Scott, misionera nazarena y pastora en Zagreb.
Sus amigos del mismo trasfondo religioso la presionaron para que se mantuviera alejada de la iglesia. A pesar de vivir en otro país europeo, su esposo también la amenazaba por pasar tiempo con los cristianos. Temerosa, ella dejó de asistir a la iglesia por un período de tiempo prolongado, pero finalmente, decidió regresar a la Iglesia del Nazareno y comenzó a interactuar nuevamente con la comunidad.
"Mientras predicaba durante el Domingo de Resurrección, miré a Rania y ella escuchaba con mucha atención la historia de la resurrección", dijo Betsy. “Ella continúa regresando a nuestra iglesia que se ha convertido en un lugar en donde ella siente que pertenece, una comunidad para personas quebrantadas; en donde pueden sentirse seguros y protegidos. A Rania y [a su hijo] los recibimos como si fueran uno de los nuestros".
Rania está actualmente buscando un trabajo de contabilidad en Zagreb. Recientemente, ella pudo mudarse del centro de refugiados a un apartamento con su hijo.
"Vienen cosas buenas y tengo que ser fuerte", dijo Rania. “Si no soy fuerte, mi hijo será débil. Buscaré el bien, y encontraré el bien. No me rendiré fácilmente.
*Nombre ficticio, por razones de seguridad.