Misioneros peruanos en Ecuador traen transformación a una aldea

Misioneros peruanos en Ecuador traen transformación a una aldea

by | 15 Nov 2016

Cuando Alex tenía 12 años de edad, él dejó su relación con Dios y comenzó a beber alcohol.

Él odiaba a su padre, quien era alcohólico y maltrataba a su madre. Aún así, desde su infancia Alex había comenzado a seguir los pasos de su padre rumbo al alcohol.

Cuando se hizo mayor, Alex estudió para ser chef durante los días de la semana y se dedicó a beber desmedidamente durante los fines de semana. Él pudo dejar a un lado el alcohol luego de que un amigo lo invitara a jugar fútbol semi profesional, de modo que su motivación por mantenerse sobrio fue su ambición por convertirse en un jugador hábil.

Él llegó a su punto quiebre espiritualmente cuando visitó a su familia en la ocasión del 60 aniversario de bodas de sus abuelos. Mientras que visitaba, su madre lo invitó a ir a la iglesia, diciéndole que él estaba llevando una mala vida. El oir esto esto lo hirió profundamente.

Esa misma noche, su tío sufrió un grave accidente. Sacudido por los eventos, Alex fue a una reunión de la iglesia y le entregó su vida a Dios. Rápidamente, Alex comenzó a hacer cambios positivos en su vida, e hizo amigos que lo apoyaban en cuanto a sus nuevas decisiones. Él comenzó a estudiar para ser mecánico electricista y empezó a asistir a la iglesia en forma regular. También le pidió perdón a su padre por su mal relacionamiento.

Un día, mientras que estaba sentado en la iglesia esperando a que otros llegaran para dar comienzo al servicio, Alex le dijo a Dios, “Siento tu Espíritu cada mañana. ¿Qué es lo que quieres de mí?”

Por su mente pasaron tres diferentes accidentes de los que él había podido escapar con vida. Entonces Dios le dijo, “Yo estaba contigo.” Alex preguntó una vez más, “¿Qué es lo que quieres de mí?” La respuesta de Dios fue: “Sírveme.”

Alex decidió asistir a una escuela cristiana. A pesar de que su padre jamás apoyó nada de lo que él hacía, eventualmente él expresó su apoyo en cuanto a la decisión de Alex de recibir educación teológica. El resto de su familia se vio muy contenta.

A los 18 años, Alex conoció a Cynthia, quien era secretaria de la escuela cristiana. Ellos establecieron una buena amistad.

Como hija de pastor, Cynthia siempre se opuso a la idea de ser esposa de un pastor, ya que ella deseaba ser misionera desde temprana edad. Su primer encuentro con misioneros fue al conocer a unos amigos de la familia, quienes tradujeron la Biblia en Quechua, y ella los admiraba grandemente.

A pesar de que sus padres eran cristianos fuertes, ellos intentaron persuadirla de no convertirse en misionera ya que sabían que sería una tarea ardua con poca compensación financiera. Ellos le sugirieron que consiguiera un título, así que se dedicó a estudiar arte. Luego de conseguir su título, ellos continuaron oponiéndose a su ambición por ser misionera, así que se dedicó a enseñar en la escuela durante dos años para luego convertirse en secretaria.

Después de haber conocido a Alex por algún tiempo, Dios cambió su corazón y ella se interesó por un ministerio con la iglesia local. Su amistad se tornó romántica y en el año 2013 ellos se casaron.

Ellos comenzaron su ministerio en la iglesia local donde Alex servía como pastor de líderes y predicaba. Debido a que su inexperiencia lo frustraba, Alex a menudo pensó en renunciar. La seguridad del llamado de Dios fue lo que lo ayudó a perseverar.

Alex comenzó a sentir que Dios lo llamaba a dejar su país natal de Perú y a estudiar en un seminario en Ecuador. A pesar de que completaron todo el papeleo necesario para ser aceptados y para mudarse a Ecuador, el liderazgo de la iglesia no apoyó su deseo de hacerlo. Así fue que ellos esperaron.

Entonces, Mario Paredes, superintendente de distrito, se comunicó con ellos para decirles que estaba en busca de pastores para plantar iglesias en Ecuador. Mientras que ellos oraban en cuanto a esta oportunidad, les llegó una carta del primo de Cynthia. Dentro del sobre había un dinero que su primo dijo era para que pudieran ir a Ecuador. Así fue que sintieron la confirmación de Dios para ir. En pocos días, ellos tomaron el autobús hacia Ecuador.

Paredes describió la estrategia de su distrito, en la cual se asocia con International Compassion Ministry ("ministerio internacional de compasión" en español, o ICM), una organización no gubernamental, para realizar obras de compasión en áreas desprivilegiadas dentro del distrito. A través de estas obras de compasión, las personas aceptan a Cristo y de esta manera se forman iglesias. Paredes quería enviar a Alex y Cynthia a San Miguel, una pequeña aldea en las montañas, para plantar una iglesia. Él les dio los nombres de 200 niños locales que habían sido descalificados para participar en el proyecto de ICM en esa localidad.

Como parte de este proyecto, existe un pequeño personal que sirve alimentos a los niños dos días a la semana y que ofrece clases para apoyar el desarrollo de su vida espiritual, emocional y cognitiva.

Tres viernes al mes se ofrecen clases para padres, en las que se les enseña cómo cuidar de sus hijos, en cuanto a su bienestar, disciplina, y el criar a los niños en un hogar cristiano. También se ofrece educación bíblica. A veces se presentan 140 padres a estas clases, las cuales se llevan a cabo en el patio de un hotel cercano.

Los padres también participan de clases de discipulado los domingos. El grupo ha crecido de 18 a 40 o 50 por semana.

El primer año fue muy difícil, pero la breve experiencia de Cynthia en el ámbito escolar le fue de ayuda. Algunos padres se opusieron al programa por diversas razones, tales como objeciones religiosas o porque le quitaba a los niños tiempo de trabajo en sus casas.

El segundo año pudieron ganarse la confianza del 90 por ciento de los padres y miembros de la comunidad. Alex conoce a casi todos los 400 niños de San Miguel por nombre, y siempre que camina por las calles para hacer mandados, él ora por ellos.

Los niños de San Miguel se enfrentan a grandes obstáculos al crecer. Cuatro por ciento de ellos son víctimas de abuso físico. Alex y Cynthia creen que cerca del 40 por ciento de ellos son abusados emocionalmente. Algunos de ellos reciben poca alimentación en sus casas. El año pasado tres padres de estos niños fallecieron debido a problemas de salud, así que Alex y Cynthia trajeron a un psicólogo profesional para ayudarlos.

Los padres han visto cambios significativos en el comportamiento de sus niños, y han dicho, “¡Mi hijo ha cambiado por completo!” Si bien muchas familias no son cristianas, los niños aprenden a orar en la escuela de ICM, y ellos oran ante sus padres en la noche. Es una gran manera de testificar.

A pesar de que Kevin, de 11 años de edad, es muy grande para calificar para el programa, él a menudo frecuenta la escuela atraído por la presencia de otros niños y las actividades en las que participan. Sin embargo, él solía buscar peleas, usaba mal lenguaje y generalmente causaba problemas. En lugar de tratar de mantener a Kevin alejado, Alex comenzó a pasar tiempo con el niño y a incluirlo en algunos de los juegos y actividades. Gradualmente, el comportamiento de Kevin comenzó a mejorar, y él ha aprendido a pedir perdón cuando se porta mal. Él le dice a sus padres, “El pastor dice que debo hacer esto y que no debo hacer aquello.”

Todos los niños son apadrinados, y ellos les escriben cartas. Cuando Kevin preguntó quién era su padrino, Alex se rió y le dijo, “Yo te apadriné.” Así que Kevin le dice a todos con entusiasmo, “¡El pastor es mi padrino!”

Cuando Jimmy llegó al programa por primera vez, él solía morder a su maestra. Él sufría de problemas de comportamiento porque su madre lo había maltratado antes de que sus padres se separaran. Ahora lo criaban sus abuelos.

En cierta ocasión, a las 11 de la noche, Jimmy llegó a la casa de Alex y Cynthia queriendo jugar. Ellos lo llevaron de regreso a su abuela y le urgieron que cuidara más de cerca al niño. Con el paso del tiempo, el mal comportamiento de Jimmy ha disminuido enormemente y ahora tiene una actitud más recta, deseando hacer lo correcto.

Hace poco tiempo, un equipo de Trabajo y Testimonio de Peoria, Illinois (EE. UU.) vino para ayudar a construir una nueva iglesia. El equipo colocó un techo en el segundo piso de la estructura, trabajó en la instalación eléctrica y colocó bombillas de luz en todos los salones.

A pesar de que Cynthia había abierto su corazón a un ministerio local en lugar de convertirse en misionera, Dios combinó ambos llamados al dirigir a esta pareja a Ecuador.

“Ellos AMAN a los niños y genuinamente se preocupan por ellos y por sus padres,” dijo la misionera Shirley Fischer, quien junto con su esposo llevó el equipo de Trabajo y Testimonio a San Miguel este verano. “La comunidad los ama. Nosotros nos quedamos en un hotel junto con el equipo de trabajo, y los dueños del hotel permiten que Cynthia y Alex lleven a cabo sus clases para padres en su hermoso patio. Ellos son creativos en la manera en que ministran y hacen que el ministerio funcione efectivamente. Por sobre todo, ellos aman al Señor y están comprometidos con su llamado.”

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