Bajo Su ojo aprendemos

Bajo Su ojo aprendemos

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Junta de Superintendentes Generales
| 29 Jan 2021
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En todo el mundo, el COVID-19 está imponiendo cambios a muchos estilos de vida. Sin duda, el aprendizaje es una de esas áreas donde podemos notar el poder que tiene la pandemia para alterar las cosas. 

Los métodos y recursos de aprendizaje están alcanzando nuevas dimensiones. Las preferencias de aprendizaje están en espera. Personas e instituciones involucradas en la educación invierten valiosos recursos en estudiar, actualizar, mejorar y crear modelos educativos. Los expertos, proveedores y los colaboradores en el área de la pedagogía luchan por encontrar respuestas a preguntas relevantes sobre el futuro de la enseñanza y el aprendizaje. Algunos afirman saber lo que viene; sin embargo, la mayoría cree que tomará tiempo para saber verdaderamente qué nos aguarda el futuro.

Una cosa es cierta: no podemos dejar de aprender y no podemos aprender sin la ayuda de aquellos cuya vocación es guiar y orientar nuestros esfuerzos de aprendizaje. 

¿No le gustaría que todos pudieran elegir sus propios instructores y mentores? Sin embargo, muchos estudiantes simplemente no pueden hacerlo. 

La buena noticia es que el verdadero instructor, Dios mismo, se pone a nuestra disposición en esa área que todos necesitamos un aprendizaje constante, sin importar cuán maduros o inexpertos podamos ser; y Él lo hace a un precio que todos podemos costear.

Necesitamos aprender a vivir no solo la vida que el COVID-19 puede quitarnos, sino especialmente la vida que Jesús enseña en Juan 11:25 diciendo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera". Aprender acerca de esta vida eterna únicamente nos cuesta nuestra voluntad de someternos a Su voluntad y seguir Sus planes.

Hablando de ambas vidas, el salmista nos dice: "Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti" (Salmo 32:8). Con Él, no hay aprendizaje a distancia. ¡Qué reconfortante! Su ojo amoroso vela sobre aquellos que se instruyen constantemente. ¿Cómo lo hace? 

Los métodos y el contenido de la enseñanza de Jesús superaron todo lo que se conocía en aquel entonces y superan incluso todo lo que se conoce hoy. Nadie ha merecido jamás ser llamado "maestro" de la forma en que Él lo merece. Antes de partir de su misión aquí en la tierra, nos recordó que todo lo que aprendamos de Él seguirá bajo el fiel cuidado del Espíritu Santo: "Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho" (Juan 14:25-26).

El Espíritu Santo mantiene el ojo amoroso de Dios sobre nosotros, dirigiéndonos en Su camino de vida. Incluso en tiempos de injusticia, persecución, confusión e inseguridad, Su ojo santo, puro, omnisciente y amoroso está allí para guiar a los hijos de Dios. Jesús dijo en Lucas 12:11-12 "…no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir, porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder".

Se cree que un león no puede atacar a un hombre que lo mira fijamente a los ojos. Si nunca lo ha intentado, no lo estamos invitando a que lo haga, pero sí sabemos que el "león rugiente" mencionado en 1 Pedro 5:8 no puede soportar la mirada de Jesús en sus ojos; Jesús lo hace por nosotros.

Gran parte de lo que sucede en el aprendizaje se ve facilitado por la fe que el alumno y el instructor se tienen mutuamente, y esto se expresa a través de sus ojos. Nos encantan varios relatos bíblicos donde personas fueron sanadas de su vista y recibieron el poder de Dios para que pudieran cumplir Su misión. Algunos fueron los ojos de los discípulos de los que solamente oímos una vez, como se habla en Mateo 20: 29-34; algunos fueron los ojos de los líderes en la iglesia como Pablo (Hechos 9), de quien hemos oído y sabemos mucho. 

Es grandioso que Dios nos dé ojos de discípulos y maestros, pero es aún más grandioso saber que realmente dependemos de Sus ojos para aprender porque ellos nunca fallan. Siempre podemos confiar en Sus enseñanzas para poder aprender Sus caminos. Cuanto más nos pongamos bajo Su ojo, mejor será nuestro aprendizaje.

Acerca de Su enseñanza, el libro de Isaías dice: "Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: 'Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que te conviene, que te guía por el camino en que debes andar'" (Isaías 48: 17).

Compartimos las cosas que hemos aprendido y estamos aprendiendo del COVID-19. A medida que esas cosas cambian en respuesta al virus, la iglesia está poniendo atención, haciendo ajustes, preparándose para los próximos días, sabiendo que no solamente será necesario hacer reajustes, sino que también es probable que necesitemos desaprender algunas cosas. En medio de todo esto, es imperativo que la iglesia no se olvide del "Dios que nos enseña el mejor camino… y nos dirige en el camino que debemos seguir". 

James Cowden Wallace se refirió al ojo de Dios como "un ojo que nunca duerme". Escuche estos versos:

“Hay un ojo que nunca duerme

bajo la capa de la noche.

Hay un oído que nunca descansa

cuando el rayo de luz se desvanece.

Hay un brazo que nunca se agota 

cuando la fuerza humana flaquea”.

¡Es tan cierto! Aprendemos bajo un Maestro que nunca nos abandona.

Gracia y paz

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